El fuego y el éxito de 2Fifty llegan a El Salvador para inspirar a futuros chefs

Debby Portillo y Fernando González, creadores de 2Fifty, conquistaron Washington D.C. con su barbacoa tejana. Su historia va más allá de técnicas ahumadas: es un relato de identidad y resiliencia, ahora hacen un viaje de regreso al hogar para inspirar a las nuevas generaciones de salvadoreños.

La barbacoa tiene algo de ritual y de paciencia, una espera en la que la madera cruje y el humo envuelve cada fibra de carne, impregnando sabores complejos y memorias. Es en este proceso aparentemente lento, pero cargado de precisión, donde Debby Portillo y Fernando González encontraron su pasión. Y es a través de esta pasión que han escrito su historia de éxito con 2Fifty, el restaurante de barbacoa tejana que han convertido en un fenómeno en Washington D.C., conquistando una audiencia que, al principio, veía con cautela a esta pareja salvadoreña aventurarse en el terreno sagrado del ahumado tejano.

Aunque hoy 2Fifty es reconocido por críticos de renombre y ha logrado colocarse como una de las mejores experiencias de barbacoa tejana en el área metropolitana de Washington, el camino que recorrieron Debby y Fernando no fue sencillo ni lineal. Al contrario, su historia está tejida con recuerdos, sacrificios y desafíos que enfrentaron como inmigrantes, como salvadoreños y, sobre todo, como soñadores.

Desde la infancia, cada uno desarrolló una conexión única con la cocina. Fernando, creció en medio de la guerra civil salvadoreña, recuerda cómo su madre lo invitaba a la cocina, enseñándole a mezclar ingredientes y experimentar en un país donde, para la época, la cocina no era un lugar común para los hombres. “En los ochentas, crecer en un país machista y ser un niño en la cocina no era fácil”, recuerda. Pero estas primeras experiencias sembraron en él una semilla de curiosidad por los sabores y la preparación de alimentos que se reavivaría años después, ya en Estados Unidos.

Debby, por su parte, creció entre planchas de pupusas y hornos familiares. Su abuela, quien quedó huérfana a los seis años y que se convirtió en una figura emblemática de la gastronomía en su comunidad, fue quien le mostró el valor del trabajo arduo. “Mi abuela era una mujer visionaria para su época, una líder en la industria de la gastronomía cuando las mujeres eran amas de casa. Ella me enseñó que en la cocina no hay géneros, solo el deseo de crear algo especial”. Los recuerdos de Debby incluyen una foto suya de niña, jugando cerca de un gran tanque de gas y una plancha caliente, una imagen que, lejos de espantarla, se convirtió en un símbolo de su determinación.

La chispa que enciende el fuego
Fernando González, cofundador de 2Fifty, comparte con jóvenes talentos del ITCA el arte del corte y adobo, transmitiendo técnicas que fusionan precisión y pasión. Foto: Mediana

Cuando Debby y Fernando llegaron a Estados Unidos, su aventura no estaba destinada originalmente a la barbacoa. Fernando tenía formación en ingeniería civil, y su camino profesional podría haber tomado una dirección muy distinta. Sin embargo, fue en un viaje a Texas donde algo cambió en él. “Quizás fue la termodinámica detrás del ahumado lo que me atrapó, o tal vez fue la precisión necesaria para transformar un brisket duro en una pieza jugosa y llena de sabor”, dice. La ciencia y el arte se mezclaban en el ahumador, y cada corte de carne contaba una historia. De a poco, se fue enamorando de la idea de replicar ese proceso, de dominar una técnica tradicionalmente tejana y hacerla propia.

La barbacoa, sin embargo, es un terreno altamente competitivo en Estados Unidos, y hacerlo bien requiere dedicación, respeto por el proceso y, en el caso de Debby y Fernando, una reinterpretación de los sabores tejano-salvadoreños. Los primeros años de 2Fifty estuvieron llenos de dudas. “Al principio, fue complicado justificar nuestra propuesta”, comenta Debby. “Los clientes esperaban la barbacoa de sus recuerdos, algo que habían probado décadas atrás en su ciudad natal. Nosotros les decíamos: ‘Eso es excelente, pero ¿qué tal probar esta nueva propuesta?’”. La combinación de frijoles rojos en lugar de blancos, o una ensalada de mango en vez de la tradicional hoja del sur, eran apuestas que, al principio, despertaban recelo. Pero, poco a poco, y con la ayuda de críticas positivas en medios locales, su propuesta comenzó a resonar.

"A veces, crecer no es poner más mesas o abrir más sucursales, sino escoger los negocios que se deben hacer. Elegimos granjeros locales… porque la calidad, los valores éticos y el apoyo económico a los negocios locales es fundamental para nosotros", Debby Portillo.

2Fifty creció de la mano de esta comunidad diversa que compone el área metropolitana de D.C. Pronto, sus platos de brisket, costillas y cortes ahumados ganaron la aprobación de un público curioso, y su historia comenzó a ser contada en medios especializados. Como explica Fernando, “Los editores de comida, al principio, apreciaron la diversidad y nos allanaron el camino. Nosotros solo teníamos que mantener la calidad y contar nuestra historia”.

Volver a casa
Debby Portillo, cofundadora de 2Fifty, comparte su visión y legado gastronómico con los directivos del ITCA. Inspirada por su herencia familiar, Debby ofrece ideas sobre liderazgo y emprendimiento en la industria culinaria. Foto: Mediana

Este año, el círculo de su historia dio un giro conmovedor cuando Debby y Fernando regresaron a El Salvador, pero esta vez no como simples visitantes, sino como embajadores culinarios de Estados Unidos, en colaboración con la James Beard Foundation y la Embajada de Estados Unidos. Durante dos jornadas en el Instituto Tecnológico Centroamericano (ITCA), Fernando y Debby compartieron con jóvenes estudiantes de gastronomía sus conocimientos sobre la cocina ahumada. En la primera jornada, Fernando enseñó a los estudiantes cómo manejar cortes de carne, marinarlos y prepararlos para el proceso de ahumado. “La cocina a leña es un proceso agresivo”, les decía. “Cada corte necesita una buena porción de grasa para que la carne quede crujiente por fuera y tierna por dentro”. Los jóvenes aprendieron de primera mano no solo técnicas, sino también las anécdotas y experiencias de alguien que se ha ganado un lugar en la industria estadounidense. Debby también compartió su enfoque en el manejo administrativo de un restaurante, algo que considera tan crucial como saber cocinar.

La segunda jornada culminó en un evento memorable: el embajador estadounidense William Duncan cortó un brisket preparado por los estudiantes bajo la guía de Fernando. Para Debby y Fernando, fue un momento simbólico, un reencuentro con sus raíces en la tierra que los vio nacer. “Este corte fue cerrar un círculo”, comentó Debby. “Allá en Estados Unidos, nos hicimos conocidos como los salvadoreños de la barbacoa tejana; aquí en El Salvador, volvimos como representantes de la cultura americana. Fue un honor, y esperamos que este momento inspire a otros jóvenes salvadoreños a atreverse, a lanzarse a sus sueños”.

Además de la enseñanza, Fernando y Debby han establecido un programa de becas para estudiantes del ITCA, con el fin de ayudar a jóvenes talentos a alcanzar sus sueños en la industria gastronómica. “No importa si comienzan lavando platos o en una posición que otros consideran inferior”, dice Debby. “Lo importante es tener pasión y amor por la gastronomía”.

La barbacoa que mezcla nostalgia y futuro

Para Debby y Fernando, la nostalgia es un ingrediente fundamental en su cocina. Aunque trabajan en Estados Unidos y representan la barbacoa tejana, nunca han dejado de lado sus raíces salvadoreñas. En el menú de 2Fifty se puede encontrar la influencia de esta mezcla cultural: las pupusas de brisket, los plátanos fritos y la ensalada de mango, entre otras delicias, añaden un toque familiar a los platos. “Nos hace falta, así que lo hacemos nosotros mismos”, comenta Debby, sonriendo.

El equilibrio entre la nostalgia de su país natal y el deseo de triunfar en una industria competitiva ha sido uno de los retos más grandes de su vida. Pero cada sacrificio ha valido la pena. “Si nuestra historia puede inspirar a alguien más, ya nos sentimos satisfechos”, dice Fernando. Para ellos, la cocina es más que una profesión: es una forma de conectar con el pasado y proyectarse hacia el futuro.

"El secreto es la paciencia y la determinación. Todo empieza con respetar lo que vas a cocinar; cada detalle importa, desde el origen del corte hasta la técnica de cocción", Fernando González.

Momentos críticos, como abrir durante la pandemia, casi los hicieron desistir, pero su capacidad de adaptación los fortaleció. “El éxito no siempre es dinero”, reflexiona Debby, “sino poder hablar de la gastronomía como una fuente de desarrollo personal”. Crecer, para ellos, no es abrir más sucursales, sino elegir con ética a sus socios, como los granjeros de Creekstone Farms en Kansas, y mantener un compromiso con la calidad y los negocios locales.

Hoy, mientras cortan un brisket o preparan un nuevo menú, Debby y Fernando no solo sirven comida. Sirven recuerdos, sueños y el esfuerzo de quienes, como ellos, cruzaron fronteras en busca de una vida mejor. Y cada plato que sale de su cocina lleva el sabor de su historia, forjada entre humo y calor. Al regresar a El Salvador, Debby y Fernando cerraron un ciclo, como el fuego que regresa a sus brasas después de arder intensamente. Esta vez, su propósito es compartir lo aprendido para que otros jóvenes no tengan que partir lejos para alcanzar sus sueños. Su historia, se convierte ahora en una brasa que ilumina el camino de nuevos talentos en su tierra natal, demostrando que el éxito también puede construirse en casa, enraizado en la propia identidad y en el deseo de hacer crecer al país que los vio nacer.

Resultado de esfuerzo y aprendizaje: un brisket preparado por alumnos del ITCA junto a Fernando González, listo para la visita especial del embajador Duncan. Foto: Mediana

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