Alejandro McCormack revela la filosofía detrás de Ábaco y su innovación en el mundo fintech

Pionero en fintech, Alejandro McCormack ha participado en varias startups exitosas. Con Ábaco, su misión es cerrar la brecha de acceso a crédito para las pymes. A través de soluciones ágiles y tecnológicas, Alejandro revela las claves de su filosofía para transformar el sistema financiero.

Alejandro McCormack es una figura clave en el ecosistema fintech de El Salvador, y su trayectoria refleja una combinación única de experiencia y frescura. Desde sus primeros intentos de emprender, hasta su papel como cofundador de empresas revolucionarias, Alejandro se ha convertido en un pionero en la región. Su historia es la de alguien que no solo ha visto las oportunidades, sino que ha tenido la capacidad de aprender de los fracasos, reinventarse y transformar las ideas en acciones concretas que impactan la economía y la sociedad.

En 2018, Alejandro formó parte del equipo de N26, el primer banco alemán 100% móvil y digital, donde trabajó como Product Manager. Su visión iba más allá de lo convencional; para Alejandro, el emprendimiento siempre ha sido una plataforma para crear algo más grande que él mismo. A lo largo de su carrera, siempre ha visto en la tecnología un medio para democratizar el acceso a servicios que las grandes empresas o instituciones tradicionales no estaban dispuestas a ofrecer.

La innovación para Alejandro no se detuvo con N26. En 2022, tras acumular experiencias en el extranjero en el ámbito fintech, Alejandro regresó a El Salvador para liderar como COO y director ejecutivo el proyecto de N1C0, el primer neobanco de la región, un banco digital que rompió con la tradición de la banca estática y lenta, poniendo al cliente y la tecnología en el centro de la operación. Sin embargo, su mayor desafío llegó en 2023 cuando fundó Ábaco, una empresa de factoraje digital que ofrece liquidez a pequeñas y medianas empresas. Ábaco no es solo un negocio de préstamos, es una herramienta de empoderamiento económico para miles de emprendedores que, en otro contexto, no tendrían acceso a capital.

El sitio web de Ábaco refleja la misión de Alejandro McCormack de proporcionar soluciones ágiles y accesibles para PYMEs, ofreciendo una plataforma digital que facilita el acceso a crédito y empodera a los pequeños empresarios en Centroamérica.

En su oficina en la Escalón, que aún se encuentra en adecuaciones, se puede sentir el enfoque estético que caracteriza a Alejandro. Todo en su oficina refleja su visión: la innovación no está peleada con el buen gusto ni la funcionalidad con la belleza. Para Alejandro, el espacio que uno habita define la forma en la que piensa y crea, y en Ábaco, ese espacio está diseñado para fomentar un ambiente de apertura, dinamismo y colaboración.

Alejandro McCormack, con su carácter reflexivo y su enfoque innovador, continúa trazando el camino de Ábaco, una empresa que no solo está transformando el panorama financiero de El Salvador, sino que está planteando una nueva forma de pensar sobre las oportunidades y el éxito en el mundo fintech de la región.

En esta conversación exclusiva con Mediana, Alejandro aborda cuestiones fundamentales sobre su rol como visionario de la compañía, las decisiones estratégicas que marcan la diferencia y cómo su perspectiva sobre el éxito ha evolucionado con el tiempo.

Has mencionado en ocasiones anteriores que el papel de tus otros dos socios es encargarse del pasado y del hoy, y que tú te encargás de velar por el mañana. ¿Qué significa esto?

Para Alejandro, dirigir una empresa como Ábaco es mucho más que gestionar el presente. Con un equipo comprometido y socios estratégicos, ha sabido distribuir las responsabilidades con inteligencia. “Uno siempre está cambiando de cachucha en un startup”, comenta con una sonrisa, mientras explica que, si bien él es el encargado de trazar el camino hacia el futuro, sus socios Carlos Villalobos y Moisés Hasbún se enfocan en el pasado y el presente.

Esta división de roles no es casual; es parte de una estrategia bien pensada para mantener a Ábaco en constante evolución. "Me gusta enfocarme en el mañana", dice, señalando que su papel como líder está centrado en anticiparse a lo que está por venir, en identificar las oportunidades que harán que Ábaco siga siendo relevante en un mercado en rápida transformación. 

"Cuál va a ser el próximo fondeo que necesitamos, cuál va a ser el siguiente hito que vamos a perseguir, cuál es la siguiente contratación clave que tenemos que hacer", enumera con precisión. Su enfoque es claro: mientras sus socios se aseguran de que la empresa opere sin contratiempos en el presente, Alejandro está siempre un paso adelante, velando por el mañana, por las oportunidades futuras que puedan surgir y los desafíos que deban enfrentar. En sus palabras, no se trata solo de liderar una empresa, sino de asegurarse de que cada decisión que toman hoy allane el camino para el futuro.

Alejandro McCorkman, en su oficina, reflexiona sobre las claves que han impulsado el éxito de Ábaco. Con una visión enfocada en la innovación tecnológica y el apoyo a las PYMEs, lidera una transformación en el sector fintech de Centroamérica. Foto: Mediana

Alejandro admite que su vida no siempre ha sido fácil. Sus años en Berlín, donde vivió durante ocho años, le enseñaron duras lecciones sobre el fracaso. Su primera startup no despegó, pero esa experiencia fue crucial. Le permitió ver más allá de las pérdidas y lo preparó para las futuras oportunidades. Aprendió que tener la idea correcta en el momento equivocado es tan perjudicial como no tener ideas en absoluto. Esta reflexión lo guió a construir con paciencia y cuidado, sabiendo cuándo arriesgar y cuándo esperar.

A pesar de su éxito en el mundo de las fintech, Alejandro no ha perdido el enfoque humano. Para él, el dinero es solo una herramienta que impulsa la economía, pero lo que realmente importa es el impacto que puede generar en la vida de las personas. Cuando habla de Ábaco, no habla de balances financieros ni de tasas de interés; habla de las personas a las que su empresa ha ayudado. "Hemos dado 15 millones de dólares en créditos a pymes, y ese es el verdadero logro", dice con orgullo. Sabe que, más allá de los números, cada préstamo representa un negocio que puede crecer, una familia que puede prosperar.

Alejandro también ha tenido que aprender a equilibrar la innovación con la estabilidad. El mundo financiero es arriesgado, pero él sabe que con responsabilidad y una visión clara se pueden evitar los peligros que otros temen. En Ábaco, han optado por no cobrar tasas excesivas, y eso, dice, es parte de la innovación: "No se trata de cambiar el mundo, se trata de hacer las cosas bien".

En el pasado has hablado sobre la importancia de darse cuenta qué oportunidades sí aportan al modelo de negocios y cuáles no, y son una pérdida de tiempo a largo plazo. ¿Cómo definirías los criterios para identificar esto?

Alejandro, siempre pragmático, no duda en abordar esta cuestión de manera directa. "Poco a poco vas desarrollando lo que se llama pattern recognition", comenta, refiriéndose a la capacidad de reconocer patrones que indican si una oportunidad vale la pena o si, por el contrario, es mejor dejarla pasar. Este instinto no se forma de la noche a la mañana, sino que es el resultado de años de experiencia en los que ha aprendido a evaluar cada nueva propuesta con un ojo crítico.

Para Alejandro, uno de los aspectos más importantes es asegurarse de que cada decisión esté alineada con la misión y los valores fundamentales de Ábaco. "Si esto no alinea con nuestros principios o con nuestra misión, ¿para qué lo vamos a hacer?", se pregunta. En un mundo donde las oportunidades pueden parecer tentadoras por su potencial para generar ingresos, Alejandro es firme en su convicción de que no todo lo que brilla merece la atención de su equipo. "No por eso nació esta empresa", añade con seriedad.

"Creo que se necesitan las tres partes. Necesitas a alguien que esté velando por el mañana, asegurándose de que no vayas a tropezar con una piedra; alguien que esté cuidando el presente, asegurando que todos rememos al mismo ritmo y en la misma dirección; y también necesitas a alguien que esté aprendiendo del pasado, reconociendo nuestros errores y asegurando que implementemos sistemas y procesos en orden para seguir generando una máquina con mayor velocidad y empuje", Alejandro McCormack.

Además, enfatiza que los datos juegan un papel crucial en este proceso de evaluación. "Si tenés data, podés anticipar si una decisión o un cambio fue positivo o negativo y ejecutar mucho más rápido", explica. Para él, la clave está en iterar, en ajustar constantemente las estrategias basadas en lo que los datos revelan sobre la reacción de los clientes y la efectividad de las decisiones tomadas. Esta capacidad para medir y ajustar sobre la marcha es lo que ha permitido a Ábaco avanzar con rapidez, manteniéndose fiel a su visión sin dejarse arrastrar por el entusiasmo de oportunidades que no aportan valor real a largo plazo.

Una de las claves del éxito de Ábaco ha sido su capacidad para integrar la tecnología en sus procesos. Alejandro y su equipo han logrado digitalizar la experiencia de solicitar un crédito, reduciendo tiempos y eliminando barreras físicas para los emprendedores que antes tenían que enfrentarse a largas esperas en las oficinas bancarias. Gracias a su plataforma digital, en solo 30 segundos, una pyme puede saber si califica para un crédito. Esta eficiencia no solo mejora la experiencia del cliente, sino que también le da a Ábaco una ventaja competitiva en un mercado que, hasta hace poco, ignoraba a los pequeños empresarios.

Alejandro McCorkman, cuya creatividad fue moldeada por sus años en Berlín, fusiona su pasión por el diseño y la innovación en cada proyecto que lidera. La ciudad le enseñó a integrar lo alternativo con lo empresarial, influenciando su enfoque disruptivo en el mundo fintech. Foto: Mediana
¿Tu definición de éxito ha cambiado desde tus inicios?

Alejandro, que en sus años de juventud tenía una visión mucho más despreocupada del éxito, admite con franqueza que sus prioridades han cambiado. "Sí, es que ahora tengo hijos", confiesa, con una mezcla de orgullo y responsabilidad en su voz. Antes, su idea de éxito estaba más ligada a la libertad personal, a tener tiempo para sí mismo y la posibilidad de vivir sin ataduras. "En mis veintes, mi definición de éxito era relativamente cool", recuerda entre risas, señalando que en ese entonces soñaba con la libertad de poder pasar meses en una playa, disfrutando de la vida sin mayores preocupaciones.

Sin embargo, con el paso del tiempo, su visión se ha transformado. Hoy, el éxito no se mide en términos de independencia personal, sino en el legado que dejará para las futuras generaciones. "Ahora mi definición de éxito no tiene nada que ver con eso", dice con un tono más serio. Para él, el éxito es crear algo de lo cual sus hijos puedan estar orgullosos, algo que trascienda lo individual y deje una huella en el mundo. Su enfoque ha evolucionado hacia un propósito más profundo. Este legado, añade, no solo tiene que ver con su familia, sino también con el impacto que puede generar en la región, especialmente en cuanto a cerrar la enorme brecha de acceso a crédito en América Latina.

La pasión de Alejandro no se limita a las fintech. Su amor por el diseño, la música y el arte también juegan un papel importante en su vida. A través de su emisora de radio en México, explora esas otras facetas de su creatividad, y su oficina, cuidadosamente diseñada, es una extensión de ese deseo de unir lo funcional con lo estético.

Alejandro McCormack representa una nueva generación de líderes que ven en la innovación no solo una oportunidad de negocio, sino una forma de cambiar la sociedad. Su combinación de experiencia internacional y sus raíces en El Salvador lo han preparado para enfrentar los desafíos más complejos del mundo financiero. Pero, más allá de eso, su enfoque humano, su dedicación a las pymes y su capacidad para conectar con las personas hacen de él un líder que está transformando el futuro de Centroamérica.

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