Atilio emprende un emocionante viaje en solitario. En esta nueva etapa de su carrera y su vida personal, se sumerge de lleno en la apasionada búsqueda de la autenticidad, desafiando las expectativas para descubrir la esencia pura de su arte y su ser.
"Yo hago todo para llamar la atención", así comienza Atilio Montalvo nuestra conversación para hablar sobre su nuevo sencillo y el giro en solitario que ha dado su carrera como músico.
Con 34 años de edad, este artista salvadoreño ha forjado su camino en la música con una pasión ardiente y una determinación inquebrantable. Desde sus primeros días en la banda Cartas a Felice y su reciente paso por la agrupación Boca Colorada, Atilio ha sido un explorador incansable de sonidos y emociones, buscando constantemente la autenticidad en cada acorde y cada letra.
"Ya no quiero estar vendiendo un género, quiero hacer lo que me salga a mí del corazón", así describe Atilio este nuevo capítulo en su carrera. Un giro que va más allá de las etiquetas y los géneros musicales; es una búsqueda interna de verdad y expresión sin restricciones. A su edad, el cantante asegura sentirse cansado de impulsar proyectos que no salgan del corazón. “Tengo más de 15 años tocando en vivo, en El Salvador y otros países. No quiero estar empujando algo que no sea yo, ya pasé por esa etapa”, comenta.
De sus días en Cartas a Felice, Atilio cuenta que experimentó el poder de la camaradería musical y la importancia de dejar que las ideas fluyan libremente. "El mayor aprendizaje que tengo de esa época es dejar que todo pase, experimentar y que no importe nada", reflexiona Atilio sobre sus experiencias previas en la música. Son lecciones que ahora aplica en su viaje como solista, donde se sumerge en un proceso creativo que es tanto un acto de liberación como de autodescubrimiento.
Atilio deja ver su temor a que el público malinterprete su dispersión. “Con Cartas a Felice me pasó, fue un momento súper bueno y justo en el momento que estábamos haciendo tour en Estados Unidos, México y Centroamérica, decidí salirme”, comenta. “Con Boca Colorada está pasando algo similar, ya había dos canciones, un video, aceptación y decidí terminarlo”. Pero más allá de un desinterés dentro de él, radica un sentimiento diametralmente opuesto. “Quizás una combinación de un perfeccionismo no sano de tratar de estar siempre en el lugar correcto”, apunta Atilio. “Lo que se puede llegar a malinterpretar de eso es que a mí no me importan las cosas y solo las tiro cuando me aburro. Habría que preguntarle a mi psicólogo que hay detrás de esas decisiones”, agrega el cantante.
"Conmigo tengo a Marcela (su manager), que es una gran bendición del universo en este momento, sobre todo por tener a alguien con quien desahogarme", comparte Atilio mientras explora su proceso creativo y la necesidad de encontrar una identidad en su proyecto musical en solitario. "Estoy en un punto bien chivo de encontrar una identidad", confiesa, compartiendo sus luchas internas y su necesidad de encontrar su voz en un mundo lleno de ruido y distracciones.
Tras las huellas de su proceso creativo
Su estética musical actual está impregnada de influencias latinas, tropicales y psicodélicas de los años 60, reflejando la vida cotidiana salvadoreña y las vibraciones de una cultura rica y diversa. "Creo que a cualquier persona que viva en El Salvador no le falta la creatividad, solo tenés que voltear a ver a cualquier esquina y podrías escribir un libro", comparte Atilio sobre su fuente de inspiración.
Atilio también revela un aspecto intrigante de su proceso creativo al compartir que las ideas a menudo brotan en la intimidad de la ducha. “Mirá esto, todas estas son ideas de canciones, (muestra el teléfono con más de 30 notas de voz), hay unas buenas y otras pésimas. Lo canto en mi teléfono y cuando necesito lanzar algo, voy a mi teléfono y busco la idea. En la ducha surgen bastantes ideas, en una conversación, o caminando”, cuenta.
Este sencillo acto cotidiano se convierte en un santuario de inspiración, donde la mente se libera de las limitaciones y se sumerge en un flujo creativo. En la ducha, Atilio encuentra un espacio sagrado donde las ideas fluyen libremente, donde la mente se libera de las restricciones y se sumerge en la corriente de la inspiración.
Al continuar hablando sobre su proceso creativo, Atilio confiesa que encuentra libertad en la improvisación y la espontaneidad. "Cualquier músico que haya tocado a mi lado te puede decir que es una mierda trabajar conmigo... yo me subo más con ganas de que pase algo diferente en cada show, que tener todo coreografiado", revela con sinceridad y respeto para quienes prefieren la estructura.
La improvisación, según Atilio, ocupa un lugar central tanto en su música como en sus presentaciones en vivo. Para él, la improvisación no es simplemente un recurso técnico, sino una expresión genuina de libertad y creatividad en el escenario. "Parte de todo mi concepto es tener una base sólida para poder hacer lo que me da la gana", revela con profundo compromiso con la autenticidad y la espontaneidad en su arte.
Su enfoque abierto y receptivo hacia la improvisación es un recordatorio de la belleza y la emoción que reside en lo inesperado, en la capacidad de dejar que la música fluya libremente y lleve a los oyentes a lugares nunca antes explorados. En un mundo marcado por la uniformidad y la repetición, la improvisación se convierte, para este músico salvadoreño, en un faro de creatividad y libertad, una invitación a sumergirse en el momento presente y dejarse llevar por las corrientes del arte en su forma más pura y genuina.
"Más que nunca, dada la realidad que atravesamos, es crucial permitirnos ser y no restringirnos. Como sociedad, nos encaminamos hacia una etapa en la que estaremos considerablemente limitados en términos de expresión individual. Es fundamental valorar a aquellas personas que no temen expresar su individualidad, mantenerla y vivir de acuerdo con sus propios valores en este momento", Atilio.
El dinero también preocupa a los artistas
Atilio, en su profunda reflexión sobre las experiencias compartidas, ofrece un consejo sincero y resonante para los músicos emergentes que buscan encontrar su voz y su lugar en la industria musical local. "Estamos muy aislados, nadie se habla. Todo el mundo está viendo por su propio lado", expresa con una convicción que derriba las barreras del ego y la competencia.
Su mensaje insta a los músicos a superar las divisiones y a abrirse a nuevas perspectivas, reconociendo que las verdaderas conexiones y las oportunidades de crecimiento se encuentran en la colaboración auténtica y el intercambio de ideas. “Cuando uno hace una colaboración tiene que abrirse al mundo de la otra persona y ahí es donde surgen cosas interesantes”, comenta Atilio, como un llamado a la solidaridad y al compañerismo en un camino que a menudo se presenta como solitario y desafiante.
Durante nuestra plática Atilio expresa su deseo de mantenerse económicamente haciendo música y revela una preocupación inherente a muchos artistas contemporáneos: la necesidad de conciliar la pasión creativa con las demandas económicas del mundo moderno. Su aspiración de estabilidad económica, aunque legítima y comprensible, también pone sobre la mesa un dilema fundamental en la industria del arte: la tensión entre el arte como expresión genuina y el arte como producto comercial.
Esta dicotomía me recuerda las reflexiones de Andy Warhol, quien desafiaba las convenciones establecidas al afirmar que “el arte es cualquier cosa con la que puedas salirte con la tuya". Warhol, conocido por su enfoque audaz y provocador del arte comercial, creía que el arte y el dinero estaban intrínsecamente entrelazados en la sociedad contemporánea.
En el caso de Atilio, su búsqueda de estabilidad financiera no necesariamente implica una renuncia a su integridad artística, sino más bien una adaptación pragmática a las realidades del mundo moderno. Su ambición de hacer de su música algo rentable refleja una comprensión de la necesidad de sostener su pasión creativa en un entorno económico desafiante.
Sin embargo, esta búsqueda también plantea preguntas profundas sobre el equilibrio entre la autenticidad artística y las presiones comerciales. “Necesito sacar un disco, para ayer. Eso es lo único que puedo decir”, confiesa Atilio.
El cantante se encuentra en un cruce de caminos, donde la búsqueda de reconocimiento y estabilidad económica se entrelaza con el deseo de mantener la integridad artística y la expresión personal. En última instancia, su viaje como músico está marcado por la tensión creativa entre el arte y el dinero, una dualidad que muchos artistas enfrentan en su búsqueda de significado y éxito en el mundo moderno.
Una muestra de lo nuevo
“Llámame” es la primera canción de Atilio como solista y la define como una balada romántica, “al estilo de las buenas épocas de El Salvador, tipo Los Vikings, Hielo Ardiente, Los Beats y todas esas bandas de los 60”, su actual obsesión, confiesa el músico. “Hubo una época muy buena de rock psicodélico, que hay un montón de mara de nuestra generación no la conoce, entonces va por ese lado mi nueva canción”, cuenta con entusiasmo.