Boris Blanco transformó sus fracasos en oportunidades con Fruto Infinito, una empresa que conecta el campo con la ciudad, reduciendo la cadena de suministro y promoviendo la innovación tecnológica. Su modelo apoya a los agricultores locales y apuesta por el comercio justo y la sostenibilidad.
Boris Blanco, un hombre de familia y fe, ha logrado construir una plataforma innovadora en un sector que tradicionalmente ha enfrentado enormes desafíos. Fruto Infinito, su empresa dedicada a conectar a los agricultores con los consumidores urbanos, representa mucho más que una simple red de distribución de alimentos frescos; es una visión profundamente enraizada en la sostenibilidad, la innovación tecnológica y el compromiso social. A través de nuestra conversación, Boris ha desmitificado la idea del emprendedurismo fácil, mostrando que la resiliencia, la adaptabilidad y una fuerte ética de trabajo son la verdadera clave del éxito.
Boris asegura que su motivación siempre ha sido su familia. "Mi esposa y mis cuatro hijos son la razón detrás de todo lo que hago", afirma con sinceridad durante nuestra conversación en la planta procesadora de Fruto Infinito, ubicada a la orillas de Ciudad Merliot, en Santa Tecla. En 2016, inspirado por la idea de traer un enfoque más innovador al sector agrícola, comenzó a trabajar con un socio importando cebollas desde México a El Salvador. Esta primera experiencia marcó el inicio de un largo camino lleno de aprendizajes y adaptaciones. Aunque esa primera sociedad no perduró, Boris encontró en esa etapa inicial la inspiración para transformar su modelo de negocio.
Lo que realmente distingue a Fruto Infinito desde sus comienzos fue el compromiso con la sostenibilidad, con el pago justo a los agricultores locales y el deseo de reducir los eslabones de la cadena de suministros. "Queríamos hacer algo diferente, eliminar intermediarios y asegurarnos de que los productos lleguen frescos directamente del agricultor al cliente", menciona. Este enfoque, que acorta el tiempo entre la cosecha y la entrega, ha sido una de las claves del éxito de Fruto Infinito.
"No siempre el tomate va a ser perfecto. Es un producto vivo, y tenemos que aprender a valorarlo así", Boris Blanco.
La importancia de la producción local y la tecnología en el agro
En un contexto donde los precios agrícolas están en constante alza, Boris ha sabido construir relaciones sólidas con agricultores locales y regionales, asegurando precios justos y estabilidad en momentos de crisis. "Una buena relación con el agricultor es la clave para tener un buen abastecimiento", subraya. Este compromiso no solo beneficia a los agricultores, sino también a los consumidores, que reciben productos frescos y de calidad a precios razonables.
Pero el verdadero impacto de Fruto Infinito no se limita a la logística y distribución; va mucho más allá. Para Boris, es crucial que el cliente entienda que los alimentos que consume provienen de un trabajo artesanal y natural. “No siempre el tomate va a ser perfecto. Es un producto vivo, y tenemos que aprender a valorarlo así", explica. Esta filosofía ha sido fundamental para educar al consumidor urbano sobre la importancia de apoyar la producción local, algo que en tiempos de crisis global, como los cierres fronterizos, ha demostrado su relevancia.
Sin embargo, uno de los desafíos más grandes ha sido introducir tecnología en el sector agrícola. Boris reconoce que hay mucho camino por recorrer, pero Fruto Infinito ya ha comenzado a implementar sistemas de información en línea, donde monitorean en tiempo real los productos desde su origen hasta su entrega. Además, están capacitando a su equipo en el uso de aplicaciones y herramientas tecnológicas que mejoran la eficiencia operativa. "La tecnología tiene que servir a todos, especialmente a los agricultores, pero es un proceso lento que requiere educación y adaptación. De nada sirve que tenga innovación si esta no trabaja en función de todos", comenta.
Alianzas estratégicas para fortalecer el impacto
Uno de los pilares fundamentales en el crecimiento de Fruto Infinito ha sido su relación con el Impact Hub. Boris admite que, antes de involucrarse con esta red de emprendimiento, se encontraba en un punto muerto en el crecimiento de su empresa. Fue a través de las conexiones y el apoyo del Impact Hub que comenzó a explorar nuevas formas de innovar y hacer crecer su negocio. "El Impact me abrió las puertas a un mundo de oportunidades. Las conversaciones que se tienen allí son diferentes, y te permiten ver tu empresa desde otra perspectiva", señala.
A lo largo del recorrido de Fruto Infinito, Boris ha aprendido que el éxito no se alcanza solo, sino a través de alianzas estratégicas que permiten a la empresa seguir creciendo y, lo más importante, sostener su modelo de impacto. Boris menciona que una de las empresas que ha sido clave en su crecimiento es Ábaco, un miembro del programa Delta Membership del Impact Hub, con quienes ha establecido una colaboración financiera para facilitar la operación de su empresa. Además, han trabajado de la mano con Kazú, otra empresa que les ha ayudado a encontrar una nueva bodega, un recurso vital en un momento donde el espacio de almacenamiento se volvió limitado debido al crecimiento sostenido de sus operaciones.
Estas colaboraciones, además de las alianzas con pequeñas empresas como Akna, que promueve la gestión responsable de residuos orgánicos, y Dloop, con quienes coloca productos no tan frescos pero en buen estado para el consumo humano, permiten que Fruto Infinito se mantenga en el camino de la sostenibilidad. En palabras de Boris, estas sinergias "nos han ayudado a tratar de hacer esto una realidad", consolidando así una red de apoyo que refuerza su modelo de economía circular y su misión de reducir el desperdicio.
Además, su participación en jornadas de seguridad alimentaria promovidas por entidades como la Cámara de Comercio Alemana o el curso de inteligencia artificial del BID, son reflejo de la capacidad de Boris para adaptarse y anticiparse a las tendencias tecnológicas y medioambientales del sector agrícola.
Boris también es claro en desmitificar la idea del emprendedurismo como un camino glorioso y fácil. "El emprender no es para todos", advierte. Para él, el éxito no viene del glamour asociado con las startups, sino de la consistencia y la capacidad de levantarse después de los fracasos. De hecho, Fruto Infinito no es su primer emprendimiento; las primeras dos empresas que fundó fracasaron. Pero Boris siguió adelante, motivado por la responsabilidad hacia su familia y su deseo de dejar un impacto positivo en su comunidad.
A través de su participación en el Delta Accelerator del Impact Hub, Boris pudo acceder a un ecosistema de innovación que le permitió evaluar su negocio y descubrir nuevas formas de generar impacto. A pesar de no haber levantado capital directamente, el crecimiento en ventas y la valuación de Fruto Infinito se han duplicado desde que se unió al programa.
Desafíos operativos y financieros
El crecimiento de Fruto Infinito no ha estado exento de obstáculos, especialmente en la cadena de suministro de productos frescos. Para Boris, uno de los mayores desafíos ha sido coordinar lo que se debe comprar y en qué momento venderlo. El proceso de mantener los productos frescos y listos para el mercado requiere no solo logística eficaz, sino también un equipo comprometido y capacitado. Como él lo señala: "Es un tema de coordinación, pero también de creatividad y de tener a la gente adecuada". La frescura de los alimentos depende de cada movimiento en la cadena, y cada eslabón debe ser tratado con precisión.
El aspecto financiero también ha sido un reto constante. A menudo, Boris ha tenido que equilibrar sus ambiciones con la realidad económica. Reconoce que, en muchos casos, no es posible hacer más porque el músculo financiero no lo permite, lo cual puede ser frustrante. Sin embargo, ha aprendido a aceptar que no poder crecer a la velocidad deseada no significa un fracaso, sino que es parte del proceso de consolidar un negocio que prioriza el impacto sobre la rentabilidad inmediata. "Requiere mucha creatividad y compromiso del equipo", menciona Boris, destacando que la selección del equipo adecuado es fundamental para superar estos obstáculos operativos.
"El cliente tiene que entender que la frescura y la sostenibilidad no son lujos, son necesidades", Boris Blanco.
El futuro más allá de la rentabilidad
Para Boris, Fruto Infinito no es solo un negocio; es un proyecto de vida. Su visión está claramente enfocada en crear un modelo replicable y escalable, pero siempre con la sostenibilidad en el centro. "No se trata solo de hacer dinero, se trata de hacer un impacto. Queremos dejar un mercado mejor que el que encontramos cuando comenzamos", reflexiona.
Boris cree firmemente que el futuro de la agricultura depende de una colaboración estrecha entre productores y tecnología, pero también de una educación continua tanto para los agricultores como para los consumidores. "El cliente tiene que entender que la frescura y la sostenibilidad no son lujos, son necesidades", insiste.
Al final del día, lo que ha hecho que Fruto Infinito prospere no es solo la innovación tecnológica o las conexiones empresariales, sino la profunda convicción de Boris de que un modelo basado en relaciones humanas, sostenibilidad y responsabilidad social puede, y debe, transformar el futuro de la agricultura en El Salvador.
Este es el legado de Boris Blanco: un líder que no solo ha forjado una empresa exitosa, sino que ha inspirado una forma diferente de hacer negocios, donde lo local, lo sostenible y lo humano ocupan el centro de la ecuación.