En un evento exclusivo, la diseñadora Andrea Poma revela su nueva colección, compartiendo su filosofía creativa y la profunda inspiración detrás de su marca, que trasciende la moda para convertirse en un vehículo de cambio social.
Cerca de las cinco de la tarde, Andrea Poma apareció en la terraza de su casa familiar, vestida con un pantalón de mezclilla azul y unas zapatillas destalonadas de abundantes flecos tejidos, adquiridas en un viaje a Marruecos. Su rostro al natural y con una botella de agua en la mano, nos dio la bienvenida a la presentación de su más reciente colección, “Cafétalón”, bajo su marca Candela, fundada apenas un año atrás.
Éramos el único medio invitado, y con un tono cálido y relajado, Andrea comenzó a hablarnos sobre el evento que había preparado minuciosamente. En ese momento, el ambiente era íntimo y expectante, como si cada rincón de su residencia esperara para develar los detalles de su visión creativa.
Las modelos, en un estudio convertido en camerino, eran parte fundamental de esa magia. En ese espacio, el equipo de Candela daba los últimos toques a cada prenda, asegurándose de que el resultado fuera impecable. Andrea supervisaba los detalles finales: la elección de los zapatos, los accesorios y hasta el ritmo preciso con el que cada modelo caminaría entre las invitadas.
El sol comenzaba a caer, y las invitadas llegaban. A pesar del tráfico de un viernes por la tarde, el ambiente era uno de expectativa creciente. Este tipo de presentación, más cercana y personalizada, es poco común en la escena de la moda salvadoreña, y para quienes han seguido la trayectoria de Andrea, era evidente que ella estaba logrando algo especial.
Con luz propia
Andrea forma parte de la quinta generación de una familia prominente en el ámbito empresarial en El Salvador. Sin embargo, su espíritu creativo y su pasión la distinguen con una luz propia. Andrea ha vivido la moda desde antes de entenderla como tal. Desde niña, rodeada por las colecciones de moda de sus abuelas y su madre, empezó a cultivar un profundo amor por los tejidos, las texturas y los significados que guardan las prendas. La moda, para ella, fue desde el inicio un lenguaje de identidad. Esta sensibilidad estética, unida a la ética de servicio que aprendió de su familia, han definido el rumbo de Candela.
“Mis papás siempre hicieron una excelente labor en recordarnos que habíamos vivido una vida bendecida, con oportunidades que otros no siempre tienen”, relata Andrea, recordando las veces que acompañó a su padre a eventos benéficos. Ese contacto temprano con la realidad de quienes carecen de oportunidades marcó en ella una profunda empatía. Cuando estudió Relaciones Internacionales y Administración de Empresas en Georgetown, esta sensibilidad social se transformó en un compromiso serio. Ahí, Andrea comenzó a comprender mejor las causas de la migración salvadoreña, y el dolor de quienes se ven obligados a dejar su hogar. Un conflicto que también había tocado de cerca a su familia; sus padres debieron emigrar a causa de la guerra civil, y el recuerdo de su padre como un “hermano lejano” resonaba en ella de una manera dolorosa y clara.
La creación de Candela, entonces, fue el resultado natural de sus deseos de aportar a su país y de hacer tangible su visión de un El Salvador con oportunidades. Para Andrea, diseñar no solo significa crear moda; es, ante todo, un acto de resistencia cultural. A través de Candela, ha logrado emplear a diversos artesanos, brindándoles la oportunidad de generar ingresos, sino de preservar y transmitir a otros la conexión con sus raíces.
Un proceso meticuloso y consciente
Durante el evento, Andrea introdujo a las invitadas en un recorrido multisensorial por la inspiración detrás de “Cafétalón”. La colección es una especie de homenaje a la dualidad de la industria cafetalera en El Salvador: agridulce y llena de matices, como el propio país. Las piezas, creadas con materiales como el yute, bolsas de café y semillas, hablan de tradición, esfuerzo y sacrificio. “Queríamos que las texturas rígidas de las canastas y los tejidos contrastaran con la suavidad de las piezas de lino y seda”, explicaba Andrea.
El compromiso de Candela con la sostenibilidad también es evidente en cada detalle de la colección. Andrea, junto a Patricia, su colaboradora experta en procesos artesanales, trabajó con artesanos locales para asegurar que cada prenda estuviera hecha de materiales naturales y que el impacto ambiental fuera mínimo. Desde un sostén hecho completamente de semillas hasta tejidos confeccionados en un telar de dos palancas, cada pieza es una obra artesanal única. Andrea no solo busca elevar el diseño salvadoreño; también trabaja para preservar técnicas tradicionales que corren el riesgo de desaparecer. Este enfoque sostenible es una de las piedras angulares de su marca y refuerza su deseo de minimizar el impacto ambiental de la moda.
La noche transcurría y las invitadas disfrutaban de un cóctel diseñado por Beatriz Maida de Bar Pájaro y una degustación de tres pasos preparada por el equipo de Galgui, una propuesta culinaria originaria de San Miguel, Andrea continuaba atendiendo a cada una de sus clientas con la misma dedicación con la que había organizado cada aspecto de la velada. Los tres ambientes diseñados especialmente para la ocasión les permitieron a las asistentes adentrarse en el mundo que Candela busca transmitir: una mezcla de nostalgia, orgullo cultural y sofisticación moderna.
Hacer y ser moda
Al final de la noche, tras despedir a las invitadas y cuando las modelos se relajaban en el estudio convertido en camerino, Andrea trajo algunos bocadillos y bebidas para compartir con su equipo. Entre risas y suspiros de alivio, como quien termina de compartir algo profundamente significativo, Andrea se dejó caer en un asiento tras la intensa jornada. Detrás de ella, en una pared, también descansa una serie de fotografías de una playa serena, intervenidas con siluetas que evocaban la migración: padres cargando bolsones, niños pequeños aferrados a sus peluches. Andrea interpreta que esas imágenes representan el contraste y la dualidad de la realidad de nuestros países, donde la belleza natural convive con historias de partida y desarraigo.
Candela es la manifestación de sus ideales y su compromiso social. Para Andrea, su marca va mucho más allá de la moda; es una plataforma para construir un El Salvador donde la gente no se vea forzada a emigrar, donde existan oportunidades reales y dignas. Su sueño es que Candela sea parte de un cambio profundo en su país, un paso hacia un futuro donde la moda sea un reflejo de una sociedad justa, equitativa y consciente de su impacto en el mundo.
Esa noche, mientras Andrea compartía con su equipo, uno podía ver en ella la satisfacción de alguien que no solo ha lanzado una colección, sino que también ha sembrado una semilla para un futuro mejor. Cada prenda de Candela cuenta una historia de identidad, de lucha y de esperanza, y en ese estudio convertido en camerino, entre risas y miradas de complicidad, quedó claro que Andrea Poma no solo hace moda; ella es la moda misma, una que transforma y define realidades.