Con un ojo educado en el estilo, Walu Hernández presenta su trabajo más personal, reflejando sentimientos de pérdida, dolor y angustia, en contraste con su perfil público de glamour y poses. La muestra “Escalas cotidianas” se inaugura hoy en la tienda Lula Mena.
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Utilizando su ojo de editor, como curador de palabras, imágenes y objetos, Walu Hernández nos lleva a su lado más íntimo. A sus sentimientos. La muestra de fotografía y collage titulada "Escalas cotidianas" abre hoy con una selección de piezas que juntas crean un remolino de emociones personales. Una mirada tan cercana que hiere. A Walu lo conocemos como fotógrafo, escritor, estilista y editor. Pero, ¿cuál es el perfil que más lo identifica? “Siempre estoy seleccionando, filtrando, catalogando cosas. Desde que lo apliqué como trabajo esto de editar, de curar, creo que es una habilidad que he ido ajustando y mejorando con los años. Quizás lo hacía antes de forma natural, pero no le ponía ese título”, cuenta este artista que comparte su visión y sus ideas a través de sus estilismos, composiciones y fotografías.
Un espacio para exhibir su talento
Estar en el momento correcto es una constante en su vida. Así como llegó a Revista Mujeres, acompañando a una amiga que tenía una entrevista sin saber que pronto ese proyecto editorial lo atraparía por varios años, Walu encontró las puertas abiertas en Lula Mena. Su amigo Neto Rod presentó una exposición de ilustración en julio, y Walu documentó el proceso para la nota que publicó en Mediana, su nuevo proyecto editorial digital enfocado en temas de estilo de vida.
“Acompañé a mi amigo Neto Rod a esta primera reunión que tuvo con Lula Mena y su equipo porque yo estaba documentando su proceso para Mediana y quería estar en todo. Llegamos donde Lula Mena, hablaron del concepto, revisaron la primera pieza… y yo seguía tomando fotos. Llegó la hora de despedirse de Lula y dijo: ‘Bueno ¿Y vos? ¿vos no querés una expo? Apartá fecha ya. Reservá fecha’”, recuerda. Él era un documentalista en ese momento. Pero respondió “sí”, y ya estaba comprometido a crear un proyecto para exhibirlo unos meses más tarde. “No sabía qué. No tenía nada en mente. No tenía idea de qué iba a ser de mí en septiembre. Tentativamente reservé el 26 de septiembre, después de mi cumpleaños, y septiembre es un mes que me gusta mucho”.
Con una fecha tentativa, Walu aún no sabía qué concepto iba a desarrollar para aprovechar esta prestigiosa vitrina: “Para ese momento ya sabía que quería hacer algo de foto, pero no sabía el qué”.
Una vorágine interior
Esa duda solo era un reflejo del mar de incertidumbres que lleva por dentro desde hace algunos años. “En medio de todo esto, mi vida emocional, de salud, financiera… toda mi vida ha estado en un tiempo de inestabilidad”, confiesa. Las dudas se juntaron. “Vino la ruptura de mi relación en mayo del año pasado y luego mi vida entró como en un abismo emocional porque yo me decía: ‘¿Qué he hecho? Esta persona me amaba’, pero yo estoy atravesando una gran inestabilidad interior, tratando de responder quién soy, qué quiero hacer y lidiando con la frustración laboral de estar haciendo cosas que no quiero. Tenía todo esto dando vueltas”, comenta.
Durante estos meses, Walu atravesó una profunda crisis personal. Se encontraba emocionalmente agotado, buscando formas de escapar de su dolor. Aunque no cayó en malos hábitos, su frustración seguía creciendo, lo que lo llevó a tomar decisiones importantes como renunciar a su trabajo y tratar de reconectar con su pareja, Rodrigo. A pesar de estos esfuerzos, sentía que la vida lo empujaba a cambios radicales que no podía controlar. Para finales de 2023, parecía que las cosas comenzaban a mejorar: retomó su relación, fundó Mediana y buscó reconstruirse.
Una emoción central
“Cuando llegó el momento de armar esta exposición. Dije: ‘¿Qué hago? No quería hacer algo de moda porque eso es algo que hago todos los días… Me senté… No puedo hablar de más nada que de mí”, confiesa Walu. Así tomó una decisión: “Dije: ‘Es momento de hablar de mí’. Pero no lo que la gente está acostumbrada a ver, sino lo que realmente tengo adentro. Y es esto, con lo que he estado dialogando. Con lo que he crecido. Y son estos sentimientos y estas emociones que me desbordan muchas veces y que todavía me hacen llorar, y que no están cien por ciento procesadas, pero es lo que está aquí, y con lo que convivo”.
Fruto de esos sentimientos y de esa historia de años nace la muestra "Escalas cotidianas". Unas semanas antes de anunciar la exposición al público, Walu confiesa que le escribió a su equipo. “Lo he hecho en las últimas tres semanas, algo que me ofrecieron hace tres meses. Pero no podía lidiar antes con esto. Hasta que llegó el momento”, dice. La exposición nos muestra a una Andrea Robin luciendo preciosos collares Swarovski en potentes poses de dolor; imágenes de collages armados con tickets y recuerdos de distintos momentos diarios. “La parte de los tickets es algo que he hecho, que nadie sabía. He ido acumulando tickets, vasos, bolsas, papeles, viñetas, stickers, menús... Hay tantas cosas que acumulo y digo: En algún momento me van a servir para algo. Y hoy me han servido”, cuenta Walu.
Falta poco para que los espectadores encuentren la muestra y se hagan sus propias ideas. “No sé si la gente realmente va a lograr conectar. No sé qué van a encontrar. No quiero controlarlo. La gente va a decidir si es arte. En un mes que se acabe la expo espero poder ponerle fin a este periodo de tantas turbulencias”, pronostica Walu.
El hilo conductor
Durante nuestra conversación Walu hizo una pausa para reconocerse. “Vi hacia adentro y dije: ‘¿Qué cosas me representan? ¿qué hago yo en mi día a día?’”. El artista reconoce el sentimiento que marca esta muestra: “Definitivamente es la angustia. Es esta desesperación”. Así es que hilvanó una muestra con tres partes.
Un segmento muy relacionado con su trabajo en la moda. “Cómo meto este brillo que la gente ve en mí, pero como lo hago íntimo, personal. En las fotos de Andrea no puedo ver mi brillo y estoy desesperado por reconocerme como la gente me reconoce”, explica sobre las imágenes con Andrea Robin. Una segunda parte comprende tickets y piezas del día a día. “Me fui a eso que para mí es un lenguaje bien personal de entenderme y comunicarme conmigo: el de rodearme de cosas, de objetos”. Sobre los tickets, Walu nos presenta reflexiones puntuales y punzantes. ¿De dónde vienen? “Estas frases vienen de todos lados”, nos cuenta. “De cosas que escucho y anoto. De cosas que leo y me tocan el alma y las llevo a mi diario o a cualquier papel. De conversaciones. De canciones. Es como una transcripción de mi registro auditivo. Es editar sonidos y traducirlos a palabras”.
Vemos objetos como un vaso de McDonald’s, unos globos que usó para una entrevista, algunos marcadores y los tickets. “Lo que la gente dice que es basura, para mí son estas cosas que ahora están expuestas en unas fotos de un metro por uno cincuenta colgadas. Son estos elementos que… Rodrigo quizás pueda tener una dimensión más profunda de por qué yo guardo todo”, reflexiona. “Esta parte de los tickets representa este momento de intimidad, entrada la noche, con las lamparitas de mi cuarto encendidas, y empiezo a escribir en mi diario y a tratar de vaciarme, de encontrar calma y paz”.
“Estoy trabajando en otra pieza que es un collage que espero terminarlo. Es un rompecabezas que irónicamente armamos con Rodrigo unos años atrás y es el mapa de las rutas del metro de la ciudad de Nueva York. Es un rompecabezas del que no sé si voy a encontrar las piezas y quiero que eso represente esta pérdida que siento”, adelanta sobre la tercera parte de la muestra.
“A través de estas tres secciones espero comunicar esto. Esta pérdida. Esta angustia. Esta desesperación a la que ahora le doy la mano. Ya no peleo con ella. La siento. Trato de entenderla. Y está aquí. Y va a estar no sé cuánto tiempo más. Creo que el sentimiento une las cosas. Por eso digo que es una muestra bien personal. Quizás me dé miedo cuando la gente la vea. Yo las veo y para mí todo tiene sentido porque sé lo que puse ahí. Sé qué vacié en cada pieza”, reflexiona. Y es una aproximación tan íntima y personal, que lo expone: “Siento que es como llevar a la gente a mi cuarto. Ese espacio que es mi estudio, es donde duermo, es donde lloro, es donde como, es donde descanso. Pero presentarlo de una manera codificada. Quizás el cuarto es la representación íntima de mi interior”.
Sus cómplices
Para realizar la producción, nuestro artista buscó a sus amigos. En la parte visual: Andrea Robin, modelo y bailarina a quien ha fotografiado en el pasado para proyectos de ambos. “En ella identifico esta parte de fortaleza y el ímpetu de decir ‘esta soy y me respetan’”, cuenta. Para el maquillaje, acudió a Ricky Mina. “Él ha estado ahí desde 2013 que lo conocí cuando presenté mi primera colección en Kaleidoscopio. Y siempre lo he admirado, siempre lo he respetado. Los años nos han permitido que podamos compartir visiones estéticas. Y cuando no es de compartirlas es de darles contrapeso. De debatirlas. Y creo que a mí me gusta mucho eso de que alguien pueda retarme intelectualmente”. Además, Walu involucró a su amigo Thommy, quien le asistió con la iluminación. “Lo conocí gracias a otro amigo en común, juntos trabajamos en el mundo de la moda. Admiro cómo Thommy hace la luz y cómo la entiende técnicamente”.
Además se sumaron sus amigos: “Mis amigos Alessandra y Neto han estado en todo el proceso. Me han apoyado y me han empujado. Uno no puede hacer todo el trabajo solo. Detrás de algo grande siempre hay un equipo para complementar las cosas”, confiesa. Ellos son quienes han estado más de cerca del proceso. “Para los demás he querido que realmente sea una sorpresa para ellos. Quizás porque me han visto sufrir, pero no esperan que lleve el sufrimiento a esto”, adelanta.
Un elemento que viene de sus andanzas por salones elegantes y el mundo de la moda, son las joyas de Swarovski. “El equipo de Swarovski confió en mí. Me dieron total libertad. Yo salí de esa tienda con $15,000 en joyas. Amo la forma en la que brillan los cristales, es hipnótico. Esa luz atrapada parece conectar con algo más profundo, con el alma. Verlos brillar es una invitación a detenerse y mirar con atención”. Un día llegó, les mostró su idea, y le dieron el voto de confianza. Así logró la participación de otro aliado: Octavia, marca que ofrecerá el coctel durante la noche de inauguración de la muestra. Solo la realización de esta exposición le ha dado luz para ver su propio resplandor, su chispa. “Si la gente ha confiado con un correo, con un mensaje en WhatsApp, ‘¿qué esperás para confiar en vos?’”, se pregunta a si mismo.
“Yo creo que el brillo y las palabras, me dan ese confort que busco. Sé que la oscuridad no se va a acabar mañana. Sé que el miedo es profundo. He llegado abajo y he visto que no hay fondo, pero sueño con un día en el que las cosas que siempre he deseado se logren. Me lleguen y pueda concluirlas. Y si hay que destruir para volver a construir, ni modo. Me va a doler. Voy a llorar. Y eventualmente voy a tener que seguir”, concluye.
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Octavia, ubicada en San Benito, San Salvador, es mucho más que una tienda de productos gastronómicos; es un espacio que celebra el arte del buen comer. Con una exclusiva selección de ingredientes y alimentos premium, desde especias y productos artesanales, Octavia se distingue por su calidad incomparable y su exquisito gusto.
Además de ser un referente en la venta de productos gourmet, la tienda ofrece un ambiente elegante y acogedor donde se pueden disfrutar de degustaciones especiales. Cuentan con un espacio dedicado para eventos privados, permitiendo a sus visitantes vivir experiencias culinarias memorables.
Su servicio de catering y bar para eventos es otro de los grandes atractivos, brindando una selecta gama de vinos, licores y bebidas espirituosas internacionales, para acompañar cada ocasión con sofisticación.