La 3ª edición del Festival de Arte y Diseño fue escenario de una charla entre José Forteza y Walu Hernández, donde exploraron los retos de la moda latinoamericana. Con foco en sostenibilidad, colaboración y documentación, ofrecieron claves para que diseñadores emergentes transformen la industria.
El pasado viernes 8 de noviembre, la ex Casa Presidencial de San Jacinto se convirtió en el epicentro de una conversación que muchos en la industria de la moda en El Salvador y Centroamérica estaban esperando. En el marco de la 3ª edición del Festival de Arte y Diseño de El Salvador, tuve el honor de moderar un conversatorio con José Forteza, editor senior de Condé Nast y Vogue México y Latinoamérica.
Desde el momento en que José Forteza subió al escenario, quedó claro que esta no sería una charla ordinaria. Su perspectiva, forjada a través de años de experiencia en el corazón de la industria global, vino cargada de matices y reflexiones que desafiaron nuestras percepciones sobre la moda y el diseño.
Uno de los primeros temas que abordamos fue la apropiación cultural, una cuestión que genera divisiones tanto en las pasarelas como en las discusiones académicas. José no esquivó la polémica. “El verdadero problema de la apropiación cultural no es usar elementos de otra cultura, sino hacerlo sin respeto, sin dar crédito y, sobre todo, sin comunicación con las comunidades que los originaron”, explicó. Para él, la solución no está en prohibir, sino en educar y fortalecer el diálogo. Subrayó que la moda tiene el poder de conectar culturas y que, cuando se hace con integridad, los elementos culturales no solo se preservan, sino que se revitalizan.
Este pensamiento dio pie a una reflexión más amplia: descolonizar nuestras mentes como creadores. "Es un error quedarnos atrapados en el discurso de victimización por la colonización", señaló José. "Nuestra riqueza está en la mezcla, en los ríos de conocimiento que han llegado a nuestras tierras y que ahora forman parte de nosotros. Cada gota de esos ríos nos hace humanos, y es nuestra responsabilidad utilizarlas para contribuir al acervo global”. Fue un momento revelador, en el que todos los presentes fuimos invitados a repensar nuestras raíces desde un lugar de poder, no de pérdida.
La conversación también exploró cómo la generación Z está redefiniendo los símbolos de estatus. “Para los millennials, los grandes nombres en la moda eran símbolos de aspiración. Pero la generación Z está cambiando las reglas: ahora, el estatus se mide por la autenticidad, por la cercanía a lo local y lo significativo”, explicó. Este cambio, según Forteza, representa una oportunidad única para los diseñadores latinoamericanos de conectar con un público que valora la identidad y el origen de las piezas que usan.
Una joven diseñadora emergente planteó una pregunta clave: ¿cómo destacar en un mundo tan competitivo? La respuesta de José fue profundamente humana. Propuso un ejercicio que resonó con todos los presentes: “Mírate al espejo. Desnuda tu mente de todas las expectativas externas. Pregúntate cómo quieres ser vista, cómo quieres que otros vean tu trabajo. Y empieza desde ahí, desde la autenticidad más pura”. Enfatizó que el diseño no se trata solo de técnica, sino de una comunión profunda con uno mismo y con la comunidad a la que se busca impactar.
"Para los jóvenes de hoy, el verdadero lujo está en lo cercano, en lo que refleja quiénes son y de dónde vienen", José Forteza.
Otro tema que generó mucho interés fue la sostenibilidad y el impacto del fast fashion. “El problema no está solo en las marcas, sino en la dinámica de consumo”, afirmó José. “Es fácil culpar a las grandes cadenas, pero debemos entender que el consumidor también tiene una responsabilidad. Cambiar este paradigma requiere educar, generar consciencia y, sobre todo, ofrecer alternativas reales. No podemos exigir que alguien con un salario mínimo compre alta moda, pero sí podemos crear sistemas que hagan accesible la moda sostenible sin comprometer su esencia”.
Al abordar la importancia de la documentación, José subrayó algo que como editor resuena profundamente conmigo. “La moda no solo se crea; se narra, se registra. Si no documentamos nuestras historias, nuestros diseños y nuestras trayectorias, corremos el riesgo de que se pierdan en el tiempo. Necesitamos más investigadores, más cronistas, más personas comprometidas con preservar este legado para futuras generaciones”. Esta afirmación refuerza lo que he promovido desde Mediana: la necesidad de convertir la moda en un discurso cultural con impacto perdurable.
Para mí, como director editorial de este medio, este espacio fue una oportunidad de elevar la conversación sobre la moda salvadoreña. Pude usar mi experiencia para guiar el diálogo hacia temas que trascienden las pasarelas: cómo construimos comunidad, cómo integramos nuestras identidades en el diseño y cómo proyectamos nuestro trabajo al mundo.
La 3ª edición del Festival de Arte y Diseño nos regaló una tarde de aprendizaje y reflexión. También reafirmó la necesidad de unir fuerzas como región. Tenemos talento, ideas y una riqueza cultural incomparable. Lo que falta, y es un desafío que debemos asumir juntos, es crear los puentes que nos permitan brillar en el escenario global.
Desde mi perspectiva, eventos como este nos recuerdan que la moda es mucho más que ropa: es identidad, es narrativa, es conexión. Y mientras más nos unamos como creadores, más fuerte será nuestra voz en el mundo.