Ricky Mina habla sobre la fuerza del arte drag y la lucha por la autenticidad

A través de su travesía personal, Ricky Mina nos muestra cómo el arte drag puede ser una forma de resistencia y autoaceptación. Enfrentando desafíos y prejuicios, Ricky ha logrado encontrar su identidad, inspirar a otros a abrazar su verdadero yo y luchar por la diversidad.

Ricky Mina es un reconocido artista del maquillaje y figura importante del drag en El Salvador. Su vida ha estado marcada por su autenticidad en una sociedad conservadora y, a menudo, hostil hacia la comunidad LGBTIQ+.

Ricky se describe a sí mismo como una persona soñadora y abstraída en sus ideas. Desde temprana edad, se sintió atraído por el mundo del espectáculo. Madonna y Michael Jackson fueron dos iconos que definieron su adolescencia. Creció en un ambiente familiar relativamente abierto, donde sus padres venían de un entorno intelectual.

Siempre tuvo claro su identidad como hombre gay, aunque no fue algo discutido abiertamente en su hogar. Su familia no fomentaba la discriminación, lo que le proporcionó cierto grado de seguridad. Sin embargo, se enfrentó desafíos significativos al estudiar en un colegio religioso de varones donde su orientación sexual abierta no fue bien recibida, especialmente por los maestros y autoridades religiosas.

A sus 45 años, Ricky reflexiona de dónde vino la fuerza para ser auténtico y recuerda a las personas y experiencias clave que lo ayudaron a aceptar y celebrar su identidad, así como su pasión por el maquillaje y el arte drag como formas de expresión, resistencia y una manera muy creativa de ganarse la vida.

Para muchas personas dentro de la escena de la moda en El Salvador Ricky Mina es un ejemplo de resiliencia y autenticidad, un artista que ha utilizado su talento y su voz para desafiar las normas sociales y promover un mundo más inclusivo y respetuoso con la diversidad. Su historia es una fuente de inspiración y un recordatorio de la importancia de ser fiel a uno mismo, incluso en las circunstancias más adversas.

Foto: Roberto Molina
¿Cuándo te diste cuenta de tu orientación sexual y cómo fue este proceso para vos?

Esa es una pregunta compleja porque creo que nunca tuve duda de mi orientación sexual. Es algo bien peculiar, creo que tiene mucho que ver con mis papás porque eran gente joven. Mi papá quizás era una persona intelectual, un poco hippie, un poco de todo. Una persona muy estudiosa, pero también un tanto machista. Hacía un buen balance con mi mamá. No es que me dijeran “hijo, si por casualidad vas a ser gay, drag y todo lo que querrás en la vida, está excelente”. No pasaba eso. Pero dentro de mi casa no escuchaba discriminación.

¿Recordás algún momento o alguna persona clave en esa etapa que te haya ayudado a aceptar y celebrar tu identidad?

Había una psicóloga que luego se volvió un referente en la cultura popular de nuestro país. Salía en un programa juvenil en las tardes, y también era la psicóloga del colegio. Me parecía preciosa, y yo no podía evitar admirarla; tenía una belleza salvadoreña bien propia. Fue una profesional muy responsable. Creo que miraba al grupo de niños con miedo, porque estábamos en medio de una cultura religiosa y machista, casi que entre militar y religiosa. 

Ella era como un pequeño oasis semanal de agüita helada que nos decía: “todo va a estar bien, ya se van a ir de aquí y van a poder ser lo que quieran ser”. Recuerdo que ella nos decía que la vida afuera era distinta, que debíamos saber que no era necesario dedicar nuestra vida al servicio religioso. Para mí no era nada agradable esa idea, no porque no sea religioso. Yo crecí con abuelas que me hacían rezar un rosario con ellas todas las tardes. Soy una persona muy creyente y respetuosa. También soy una persona bastante familiar, y soy lo que soy también por ellos.

¿Usaste algún mecanismo para protegerte emocional y físicamente en esta etapa?

Todo el tiempo. Desde que entendí que debía alejarme de donde me sentía dañado, intimidado o con miedo. Si sentía que alguien me iba a dar odio, nunca más le volvía a prestar atención ni intentaba acercarme.

Ahora no soy así, al contrario, tengo la buena fortuna de saber relacionarme con la gente. Uno siempre encuentra personas con las que puede ser uno mismo. Todo el tiempo escuchaba cuestionamientos como “es que sos tan diferente” o “por qué no lo ocultas”, “por qué sos tan abierto”. En aquel momento no sabía cómo responder a eso, pero sí devolvía la pregunta con un “por qué ustedes no ocultan ser heterosexuales y por qué yo sí tengo que hacerlo con mi homosexualidad”.

"Yo siempre he sido una persona queer. Quizás uno a los 45 años ya no se ve tan lindo con tanta transparencia o con tanto tacón. Eso lo he ido perdiendo con los años, pero mi esencia sigue siendo queer", Ricky Mina.
¿De dónde surgía la fuerza para enfrentarte a estas preguntas?

Mi familia puede ser una respuesta. He tenido a mis papás todo el tiempo y siguen estando conmigo hasta el día de hoy. Soy una persona que tiene ese respaldo, no estoy solo. Creo que eso te da bastante fortaleza para enfrentarte a las situaciones. Pese a todo, yo sabía a quién podía acudir. Mi familia es como un ejército; a la hora de que tocan a uno de la casa, mi familia ha estado ahí para defendernos entre todos.

¿Hubo algún ícono o símbolo que en esa época te ayudó a construir tu identidad y a encontrar un espacio de seguridad?

Yo estaba creciendo en los noventas. No existía el internet, y las revistas no hablaban de temas de diversidad. Encontré de alguna manera mucha seguridad y otro punto de vista en un talk show famoso conducido por Cristina Saralegui, lo daban en televisión nacional. Ese programa fue súper importante cuando yo estaba creciendo. Ahí escuchaba historias que no podía encontrar en ninguna otra parte. Era un medio de comunicación que estaba expresando algo que no se hablaba en mi familia, ni en mi colegio, ni como sociedad. Seguramente fue en ese programa donde vi por primera vez a una drag y donde escuché a personas decir que estaban felices en una relación con gente de su mismo género y temas similares.

Foto: Mediana
¿Cómo descubriste tu pasión por el maquillaje y el arte drag? ¿Fue una forma de expresión y resistencia para ti?

No sé cuál fue primero, sinceramente creo que fue el drag. Yo saqué la cédula y al día siguiente me fui a la discoteca. Recuerdo que fui a Oráculos. Primero me enamoré del drag. Tenía 18 años y hasta ese punto no había encontrado un lugar tan lleno de paz ni de tanta tranquilidad como cuando visité una discoteca para homosexuales. Era una energía que nunca había vivido. Nadie me veía mal por ser amanerado, por ser diferente. Nunca. 

¿Cómo era el ambiente en Oráculos?

Recuerdo que temblaba esa noche, me daba mucho pánico. No sé si era ansiedad. Mi vista solamente encontró el escenario del lugar, que era una cosa pequeña. Recuerdo que las drags se paraban y se sostenían de un tubo del aire acondicionado central, así de bajito era el lugar. Vi a las drags y pensé que lo podía hacer mejor que todas, aunque nunca lo había hecho. Sé que voy a verme más linda.

Me emocioné tanto con ese ambiente, quería ser amigo de todo el mundo. Tuve muchas experiencias buenas. Tengo amigos desde esa época todavía, amigos que ya murieron, y también descubrí gente que al final no eran mis amigos. Era bien interesante la dinámica social, era como experimentar, y yo, que tenía tanta hambre, descubrí este oasis de libertad. Nadie te estaba juzgando.

"En mi adolescencia siempre miraba a mi alrededor cuando iba al baño, no porque quería seducir a alguien, sino porque me daba miedo que me fueran a golpear", Ricky Mina.
¿Qué significa para ti subirte al escenario con tus amigas y hacer un show drag?

Son mi familia escogida, ahora que para todo hay un término. Somos amigos desde hace más de 20 años. Mi mejor amiga es una mujer trans. Con ella nos conocemos buena parte de la vida. Ella tiene una historia espectacular. Deseo que se escriban libros acerca de ella algún día. Es una persona luchadora y tan política, aunque yo detesto que sea tan política. Yo digo que los artistas no tenemos que ser políticos, y yo me siento más artista que persona de opinión.

A veces no es bueno meterse en ciertos temas; siento que te cerrás espacios. Hay que aprender a fluir como artista en todos los ambientes. No puede ser que los sucesos de un momento en la historia de la vida te quiten, te den o te pongan.

El año pasado empezamos esta nueva aventura de hacer show juntas que terminó siendo reconstructiva personalmente, porque yo tenía cerca de siete años de no hacer drag y me moría. Es como si a un fotógrafo le quitás su cámara por siete años o que un escritor no tenga algo con qué registrar sus ideas.

En esta pausa que hice redescubrí lo importante que era para mí hacer drag. Era un tiempo bien confuso. Incluso tomé la decisión de sacar a Dana de mi vida porque sentía que pesaba más de lo que apoyaba, y me di cuenta que al final no era así. Dentro de mis relaciones personales de tipo amoroso, criticaban esa parte de mí.

Llega un punto en que escuchás tanto repetir una mentira que te la podés creer. En esa etapa de mi vida escuché mucho hacía afuera y pensé que tal vez todos tenían razón, debía dejar a Dana atrás. Grave error haberlos escuchado; quizás ya tuviera el Óscar en las manos.

Pero, las diversidad es un acto político

Totalmente de acuerdo, pero también hay que ser inteligentes y sobrevivir los momentos en los que la libertad probablemente no sea una realidad al 100%. Sobrevivir también puede ser un mensaje político.

¿Tu personaje como Dana Ciccone nació en esta época?

Sí. Siempre estuvo en mí y un día solamente se expresó. Esa noche que se creó, apareció con mil inventos y no hizo nada. Pero es bien normal en mí eso, así que está acorde. Pero no me llamé Dana la primera vez, me llamé Astrid Milena Santander, porque las locas de mis amigas me dijeron que usara un nombre de mi mamá y el nombre de una reina. 

En mi época Milena Mayorga era la salvadoreña que había llegado más lejos en Miss Universo. Yo ni siquiera soy una persona de certámenes de belleza. Astrid es el segundo nombre de mi mamá y Santander porque era de inspiración venezolana.

Después de la experiencia que tuve como Astrid Milena, decidí empezar a estudiar maquillaje y fui conociendo a otros maquillistas. Eso fue en el año 1999. Fue un proceso natural. Para el año 2000, ya era asistente de varios de los maquillistas más importantes del país en esa época: Adolfo Urey, René Posada y Carlos Roberto Aguilar.

Foto: Bryan Recinos
¿Consideras que estuviste expuesto a alguna experiencia significativa de discriminación?

En mi adolescencia siempre miraba a mi alrededor cuando iba al baño, no porque quería seducir a alguien y me daba miedo que me fueran a golpear. Eso me pasaba todo el tiempo. Tenía miedo de lugares donde había demasiada energía masculina porque yo soy todo lo contrario a eso. No me imaginaba ni siquiera caminando frente a un estadio. Eran lugares de los que yo mismo me alejaba. Yo buscaba el teatro, inclusive la iglesia.

Una vez busqué una iglesia donde no me conocían para confesarme y el padre me sacó de la iglesia. Me sentí horrible, intentaba hacer lo que me habían dicho, siendo totalmente sincero. En mi inocencia, intenté encontrar un lugar donde nadie me conociera, pero no se me permitió.

¿Qué te motivó a ser visible y a mostrarte tal cual eres en una sociedad que no siempre es acogedora con la comunidad LGBTIQ+?

Siempre he sido una persona queer. Quizás a los 45 años ya no me veo tan lindo con tanta transparencia o con tanto tacón. Eso lo he ido perdiendo con los años, pero mi esencia sigue siendo queer. Me levanto escuchando a Madonna o a Thalía y me duermo viendo programas de recetas o programas de floristería. Siempre he sido bastante atrevido. Creo que por ser una persona libre de prejuicios con respecto a mi sexualidad, me he desenvuelto fácilmente y siempre he tenido objetivos claros. Como dije antes, el apoyo de mi familia me ha permitido ser quien soy y crecer libre.

"Es crucial recordar quiénes son nuestros críticos. Para avanzar, debemos utilizar nuestro intelecto y creatividad para persuadir y educar en lugar de alienar", Ricky Mina.
¿Cómo utilizas tu plataforma para promover la aceptación y el respeto a la diversidad?

No sé si la he usado bien, pero pertenezco a una generación que ha presenciado grandes cambios. Creo que simplemente al abrir este camino, hemos contribuido positivamente a la comunidad. Recuerdo una discusión donde argumentaban que el drag no era arte, y respondí que eso depende de quién lo vea, quién lo practique, y cómo se realice. Es hasta injusto poner sobre una balanza qué arte es más arte. Pero sí te puedo decir que no cualquiera puede hacer lo que los drags hacemos. 

Es un proceso bastante riguroso: entaconarse, ponerse múltiples capas de medias, y para algunas, esculpir una figura femenina sobre cuerpos que no son naturalmente delicados. Algunas técnicas son bastante rudimentarias para lograr una cintura. Se puede pasar horas preparándose para finalmente sentirse y verse glamorosa, aunque hay quienes prefieren evitar esta preparación y verse más ordinarias, lo cual también respeto.

¿Has notado algún cambio en la sociedad respecto a la aceptación de la diversidad?

Definitivamente ha habido una evolución significativa en la aceptación. No es solo local, a nivel mundial ha habido un esfuerzo notable por integrarnos mejor en la sociedad. Pero lamentablemente estamos viendo retrocesos incluso en regiones consideradas progresistas como Europa. Este retroceso nos afecta a todos, que esas cosas estén pasando allá quiere decir que pronto viene a nosotros y no lo vamos a poder detener. 

Desde mi punto de vista creo que como comunidad hemos cometido errores significativos. He sido una persona bastante aventurera, digámoslo así, pero nunca he salido desnudo a la calle. Creo que hacerlo sería como ofrecerles a los demás la oportunidad perfecta para que la sociedad nos restrinja, diciéndonos qué podemos o no podemos hacer. Lo importante es salir a la calle siendo uno mismo, no necesariamente desnudo. ¿Quién se pasea desnudo por aquí para demostrar libertad? ¿Por qué la libertad tiene que ser simbolizada por estar desnudo? O incluso gritar ciertas cosas en redes sociales, ¿qué mensaje positivo estás transmitiendo con eso? No contribuyes de manera constructiva a la comunidad al adoptar ese tipo de discursos.

Es crucial recordar quiénes son nuestros críticos. Para avanzar, debemos utilizar nuestro intelecto y creatividad para persuadir y educar en lugar de alienar. Necesitamos estrategias que fomenten la unidad y minimicen la discriminación dentro de nuestra propia comunidad.

Foto: Mediana
¿Qué mensaje quisieras compartir con las personas que están luchando por los derechos de la comunidad y la diversidad?

En esta temporada de Pride, suelo hacer algunos manifiestos en mis redes sociales. Para mí, este día es tan significativo como la Navidad; más que celebrar, es recordar que esta es una lucha continua. Como mencioné antes, creo que hemos olvidado lo mucho que hemos pasado para alcanzar nuestros derechos y reconocimiento en la sociedad. Algunas organizaciones dentro de la comunidad han perdido el rumbo y se han enfocado en beneficios propios, dejando a la comunidad desprotegida. No están haciendo lo suficiente para acercar a la comunidad al resto de la sociedad y mostrar todo lo que somos capaces de hacer.

A veces parece que preferimos excluirnos con nuestras acciones, faltando al respeto de los demás. Hay quienes creen que vivir en libertad significa hacer lo que uno quiera, pero ser libres también implica ser responsables. Personalmente, no creo que ver gente desnuda en la calle sea la mejor manera de ganar el respeto de la sociedad. ¿Estamos realmente buscando el derecho a estar desnudos en la calle? Yo creo que no. Lo que necesitamos son leyes que nos protejan, que nos acerquen a una vida digna, y que aseguren igualdad de condiciones en el trabajo. Parece que a veces los intereses personales se anteponen a los intereses colectivos.

"Hay que ser inteligentes y sobrevivir los momentos en los que la libertad probablemente no sea una realidad al 100%. Sobrevivir también puede ser un mensaje político", Ricky Mina
¿Cuáles son tus planes y proyectos a futuro?

El Óscar. Personalmente eso quiero, un Óscar. Un marido que se llame Óscar o un premio que se llame Óscar. Pensándolo bien prefiero el premio. Te aseguro que ese me va a conseguir mi marido. Por ahí va la cosa. Vamos a tener que seguir trabajando para encontrar cosas nuevas que hacer, para ayudar a la gente. No me puedo volver un modelo  a seguir solo por tener un negocio o porque he sobrevivido a algo. Porque no solo he sobrevivido yo y tampoco solo yo he logrado tener un negocio. 

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