La película de Coralie Fargeat llega a Mubi este Halloween con una cruda advertencia: la belleza caduca y el precio de la juventud es alto. “The Substance” explora, entre horror y reflexión, el lado oscuro de la auto-objetivación y el culto al cuerpo en la industria del espectáculo.
Salí de la sala de cine tarareando “forever young, I want to be forever young, do you really want to live forever? Forever, and ever”, además de perderle el gusto a los camarones. The Substance, de la directora y guionista francesa Coralie Fargeat, nos muestra, de manera cruda, que el valor de las personas se mide por su apariencia, que mientras más bella más vales, y que esa belleza tiene fecha de caducidad.
En una industria del entretenimiento que es cruel y exige estándares de belleza muy altos, dentro de un mundo donde nadie escapa de la vejez y el deterioro del cuerpo, ser joven es vanidad y exigencia a la vez. El peso de la fama aplasta (y en este caso destripa), y es lo que termina pasando en esta historia.
La historia es simple (esa simpleza es una virtud). Elizabeth es una estrella de Hollywood en decadencia, que actualmente es la cara de un programa de aeróbicos. Es despedida porque ha envejecido y la vejez no vende. Por vueltas de la vida, Elizabeth se entera de una sustancia que promete una versión más joven, más bella y perfecta de quien la use. Entra en escena Sue, y desde este punto empieza un mix de emociones, muchas de ellas llevadas hasta el extremo para el espectador.
En las actuaciones tenemos a Demi Moore interpretando a Elizabeth en un papel casi Meta (la actriz tiene 61 años), el cual merece todas las nominaciones que pueda recibir en la temporada de premios. A Margaret Qualley, quien siendo una actriz joven y emergente demuestra no le teme a nada que el guión exija, interpretando a Sue, la versión “mejorada” de Elizabeth. Y a un Dennis Quaid, exagerado totalmente, que sospecho que no es accidente que su personaje se llame Harvey (¿Harvey Weinstein?), interpretando a un productor de televisión.
En la parte técnica, en la era de los efectos digitales, se agradece que una película haga uso de efectos prácticos, prostéticos y maquillaje. También hay que recalcar el estilo visual y los ángulos de cámara. Muchos pueden pensar que se abusa de tantos primerísimos primeros planos del cuerpo de Qualley, en especial del trasero. Creo que esa era la intención. Fargeat quiere que nosotros, como espectadores la veamos tal cual la industria ve a Sue en la película, como carne.
"La belleza tiene fecha de caducidad, y el precio de la juventud es alto".
La película se alarga demasiado (principalmente su último tercio). Podría decir que le sobra tiempo. Aunque se agradece lo redondo y poético del final, pues iniciamos con una estrella y terminamos con una estrella (cuando la veas, entenderás a lo que me refiero). Ya que hablamos del final, si fuiste al cine por el Body Horror, lo tendrás en abundancia. Hay unos toques de cine de explotación, algo con lo que Fargeat jugó en su anterior película “Revenge”, así como toques del cine del padre de la Nueva Carne, David Cronenberg, en especial de su versión de The Fly.
Esta película es bizarra, horrorosa, vomitiva, desagradable y divertida. Empieza siendo un capítulo de Black Mirror para terminar siendo una abominación (una muy agradable). Una burla al mundo del espectáculo, en el que las mujeres pasan a ser mera carne, carne que solo puede ser de dos tipos: deliciosa o porquería.
"The Substance nos enfrenta a la cruda realidad de una sociedad que convierte el cuerpo en carne de consumo".
The Substance retrata que somos parte de una sociedad donde el cuerpo de la mujer debe ser mostrado, consumido y comercializado. Somos cómplices de fomentar la auto-objetivación y rendirle culto a la apariencia. Todos buscamos validación externa. Todos nos obsesionamos con ella. Y Fargeat nos deja la pregunta, ¿serías capaz de traicionarte a ti mismo para alcanzar esa validación?. Y como recomendación, si te gustó The Substance, te invito a ver The Neon Demon, otra película (muy buena) que toca la misma temática solo que sin las vísceras y los litros de sangre.